martes, 3 de marzo de 2009

Marco conceptual - sociedad civil, campesinos pobres y mercados

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Ricardo Claverías Huerse(1)


INTRODUCCION

Teniendo en cuenta que entre los propietarios de tierras agrícolas los campesinos en el Perú y Latinoamérica son la mayoría, constituyen también la mayoría de la población pobre; por lo tanto, es importante analizar en esa población las probables alternativas para reducir la pobreza y, aun más, para que pasen a conformar el sector de productores competitivos. Para lo cual, deberá tenerse en cuenta que entre las alternativas está la necesidad de la innovación tecnológica, la transformación de productos agrícolas, el fortalecimiento del capital social e institucional, lo que implica nuevas formas de organización empresarial y organización de redes para una articulación más equitativa con el mercado.

En tal sentido, la unidad de análisis de la presente investigación se relaciona con las economías campesinas pobres, cuyo objetivo principal es la satisfacción de las necesidades básicas de la familia, tienen bajos recursos productivos y económicos, se articulan con el mercado, están organizados en comunidades que comparten territorio (Carro, S. 2004 ) o viven como parceleros individuales. Para entrar a comprender la racionalidad de esa unidad de análisis, las preguntas centrales de la investigación son: ¿Cómo pasar de economías campesinas de subsistencia y pobres a economías agrícolas empresariales y competitivas? ¿Cómo el capital social, las organizaciones de la sociedad civil y los gobiernos locales son los medios importantes para ese cambio?

Una de las posiciones de los campesinos frente a las posibilidades de desarrollo es actuar con aversión o con resistencia al cambio. Otra posición es ir al compás del cambio pero sin rumbo definido (Balfhor y Moure; 2005), sin empoderamiento del proceso. En los tiempos actuales donde el devenir es la norma, los únicos que sobresalen son los “protagonistas o líderes del cambio” (Drucker, 1999)(2), los que planifican el cambio de acuerdo al futuro deseado por la población y sus instituciones. Entonces ¿cómo lograr que en la sociedad civil se formen los “protagonistas o líderes del cambio”. (Drucker, 1999).

El marco teórico que a continuación se expone para analizar las referencias empíricas respecto a las anteriores interrogantes y preocupaciones, se sustenta en los siguientes lineamientos:

-El papel del capital social e institucional y las organizaciones de la sociedad civil (OSC) para el desarrollo económico y social de los campesinos pobres.
-Prerrequisitos sociales e institucionales para que funcionen adecuadamente los modelos de intervención con el fortalecimiento del capital social, las OSC y los gobiernos locales.
-Formas que adoptan el capital social y la OSC para enfrentar un entorno económico global adverso y en crisis.
-Aportes y desafíos para el capital social y para las organizaciones civiles a los procesos de reducción de la pobreza e inclusión socioeconómicas.
-Estrategias de la OSC para articularse con los otros sectores (Gobiernos locales y sector privado) y obtener recursos financieros, capacitación, tecnología y mejor articulación con el mercado y el medio urbano.
-Conceptos y metodología para evaluar el impacto de las propuestas.

Para entrar a la presentación de los contenidos de los conceptos principales de este marco teórico, se considera útil empezar por una somera descripción de los conceptos de capital social y OSC, así como los sectores que estructuran y confluyen en la sociedad, para lo cual se presenta un diagrama (modificado a partir del diagrama de Jacqueline Butcher. 2005):

1. Capital social e institucional y las organizaciones de la sociedad civil (OSC) en el desarrollo económico y social de los campesinos pobres

¿Qué es el capital social? Según Fukuyama (1999): “Es una norma informal y espontánea que promueve la cooperación entre los individuos”. El propio Fukuyama y otros como Klicksberg (1999) sostienen que esas normas para constituirse en capital social deben, además, conducir a la cooperación en los grupos y han de estar relacionadas con virtudes tradicionales como la confianza, honestidad, el honrar los compromisos, el seguro cumplimiento de los deberes, la reciprocidad, etc. Por otro lado, se ha planteado otro concepto asociado al anterior designado como capital institucional que: “Consiste en el stock de instituciones (organizaciones en el lenguaje de North) tanto públicas como privadas existentes en la región” (Boisier, Sergio. 2003).

Para que las propuestas se viabilicen en la práctica, Boisier anota que el capital institucional debe tener las siguientes características generales para promover el desarrollo: a) el número de ellas, b) el clima de relaciones inter-institucionales (cooperación, conflicto, neutralidad) y, c) el grado de modernidad de ellas (velocidad, flexibilidad, maleabilidad, resiliencia, inteligencia, identidad).

En la sociedad existen tres sectores que pueden estar fuerte o débilmente articulados por ese capital social: a) el gobierno o el Estado y sus instituciones, que es denominado como primer sector, destinado a asegurar, proteger o promover el bien común de los que se encuentran dentro de su territorio (Martínez, 2005); b) la empresa privada o segundo sector; c)la sociedad civil organizada, denomina tercer sector (Zampani, Roberto. 2003 )(3). El concepto de sociedad civil implica (Thompson y Toro, 1999) ( Reygadas, 1998) los procesos de participación y solidaridad que se ha observado en las últimas décadas en la evolución de los pueblos.

En suma, entonces, el capital social es la norma y los valores (Putnam, 1993 y North, 1993) que promueven la cooperación en términos totales en alguno o en entre los tres sectores de la sociedad; en tanto que la sociedad civil es el conjunto de las organizaciones e instituciones cívicas voluntarias y sociales que forman la base de una sociedad activa que no persigue el lucro, sino el bien social. La OSC es distinta a las estructuras del Estado o el gobierno, que es denominado primer sector y a las empresas, a esta última se le designa como el segundo sector o privado, cuya finalidad es el mercado, la ganancia o el lucro.

Uno de los rasgos principales que identifican a la sociedad civil es su autonomía, lo cual es distinta a la dominación estatal o del mercado. Se incluyen en la OSC a los partidos políticos (Olvera, 2003) o las agrupaciones religiosas cuando estos fijan su identidad fuera del Estado. La autonomía de la sociedad civil, por ejemplo, se ha manifestado casi siempre en las organizaciones campesinas, no solamente en periodo de paz, sino también en los periodos de gran violencia como fue el caso del tiempo del terrorismo en el Perú.


Sobre los roles del capital social, se afirma que cuando este se acumula positivamente fortalecen a la sociedad civil. El potencial del capital social se muestra en la existencia de la sociedad civil particularmente en los períodos de invisibilidad del movimiento popular (Salazar, 2001), pero también en los tiempos del desarrollo económico. El capital social, a diferencia del capital individual o humano (aunque también tiene un rol importante en las redes dirigidas a individuos) (Coleman,1990), en una visión económico-social está más ligado a las prácticas económicas de los agentes a los actores sociales, y el poder de sus redes (Bourdieu, 2001); es decir, el capital social es “un bien colectivo” (Coleman,1990). “Sus ventajas no son sólo para algunos individuos, sino para todos los que participan de la red” (Trigilia,2003). Es por ello la importancia teórica y práctica de la necesidad de considerar el entrelazamiento de ambos conceptos: capital social-institucional y sociedad civil organizada.
Las relaciones entre capital social y el desarrollo de los grupos u organizaciones que conforman la sociedad civil serán mayores en la medida que, en las políticas y en los proyectos, se trabajen con el enfoque del Desarrollo Territorial, porque en este enfoque consideran esencialmente la propuesta de un proyecto integrador para un territorio determinado, sea para un país, región o localidad (Gallicchio, E y Winchester, L. 2003). Los ejes de esa propuesta son la transformación industrial y el desarrollo institucional en un determinado territorio (Schejtman y J. Berdegué.2002), con lo que se logrará una mayor integración de la sociedad (entre el gobierno, el sector privado y la sociedad civil), así como una mayor articulación de lo rural y urbano, una relación más equitativa de los productores con el mercado. Proceso que coadyuvaría a reducir la pobreza, convirtiendo a territorios pobres en competitivos.
Por otro lado, el comportamiento de la sociedad civil también repercute positiva o negativamente en el capital social; por ejemplo, cuando la OSC se articula en un plano de concertación con otras instituciones de los otros sectores de la sociedad (con el gobierno local y con el sector privado), provoca un fortalecimiento y una mayor articulación horizontal -y no sólo vertical- del capital social. Ese es uno de los limitantes de las organizaciones andinas cuando su identidad es muy individualista cuando solamente tratan de lograr ganancia para sus empresas individuales (Claverías, 2008) o localistas, cuando solamente luchan por su comunidad, más no por los intereses del desarrollo de otras comunidades o de la localidad, la región y la nación. A esa tendencia de algunas comunidades andinas localistas se les denomina como “comunitaristas” o no societales (Tanaka, 2001).

2. Requisitos sociales e institucionales para que funcionen adecuadamente los modelos de intervención con el fortalecimiento del capital social, las OSC y los gobiernos locales

Las instituciones, entendidas como reglas formales y sus mecanismos de ejecución, pueden incentivar –en el caso del presente estudio- a los campesinos a que se agrupen y organicen para lograr el cambio tecnológico y el proceso de desarrollo económico, social, político y cultural. De este modo, deberá distinguirse entre las instituciones (reglas de juego) y las organizaciones y los individuos de la sociedad civil (que son jugadores, al igual que los individuos). El marco institucional determina el costo de realizar transacciones, y de este modo las posibilidades de especialización e intercambio de una economía (Caballero, 2001, 2002). Entre los requisitos principales que debe tener el capital institucional para el desarrollo son los siguientes:

Las instituciones de un país o de una localidad propician la inversión y el crecimiento cuando se respetan los derechos de propiedad y las reglas políticas, como también cuando en sus instituciones se cumplen las normas, códigos de conducta y se propician factores culturales que ayuden a promover el desarrollo. En tal sentido, cuando ese ambiente institucional prime en los gobiernos locales, en los centros educativos, en las mesas de concertación se crea un ambiente para el desarrollo económico y social y el crecimiento del mercado.

La noción de capital social, que implica redes de confianza interpersonal en la sociedad, deberá institucionalizarse en la articulación de las organizaciones de las tres esferas (gobierno, sector privado y OSC). Particularmente, para ayudar a superar la pobreza, el capital social debe institucionalizarse en la sociedad civil tanto para afiatar más su identidad y autonomía, como también para entrar a otras fronteras que no le pertenecen como es el del mercado (que implica fines de lucro), proceso que deberá basarse en los propios proyectos de vida de la OSC, así como en redes que pueden ser impulsadas por normas de reciprocidad y de ayuda mutua entre las familias y las organizaciones que conforman la sociedad civil.

La presencia de estas redes de confianza e identidad colectiva –y no solamente individual- entre las instituciones de la sociedad civil implica una solución a los problemas de la baja producción de los campesinos al provocarse la necesidad de que se abran a la innovación y a la difusión de los nuevos conocimientos. Con lo que se impulsa a los individuos a que asuman la necesidad de cambios para aumentar la cantidad y calidad en la oferta de sus productos, de lo contrario, aisladamente no tienen capacidad de oferta. Por ejemplo, las redes basadas en el asociacionismo entre campesinos pobres permite que sus productos tradicionales de baja calidad y cantidad (debido a la tecnología tradicional y a la producción y comercialización individual) cambie, se innove y se establezca mayor fluidez con el mercado (es, pues, el principio del capital social y la economía de los costes de transacción; Williamson, 2000).

El capital social fortalece a las organizaciones de la sociedad civil en la medida que motiva al asociasionismo de los productores, basados en la confianza y en el conocimiento de los mercados, mediado por las cadenas productivas formalizadas y por la cooperación entre los productores asociados y con los demás agentes de la cadena productiva. En este sentido, el análisis del asociacionismo y la cooperación debe ser realizado desde un enfoque dinámico que estudie los procesos de las redes sociales que implementan en una sociedad, de las nuevas conductas que muestren el poder de las sinergias y solucionan los problemas del tipo “campesino aislado y pobre”, con racionalidad individual.

Asimismo, el cerco que aísla a las economías campesinas de la innovación tecnológica, de la falta de organización empresarial y del mercado, se debe también a la falta de conocimientos sobre las nuevas tecnologías y la dinámica de los mercados que se ubican más allá de sus localidades. Ese cerco se empieza a romper con los flujos de información que dependen del capital social, de las normas recíprocas y la acción colectiva de las redes sociales (Putnam; 2000), así como también como efecto de las nuevas instituciones que se crean en la sociedad civil, como pueden ser las empresas cooperativas. El capital social ayuda a compartir la información, la planificación de actividades y la adopción de elecciones colectivas (Serageldin y Grootaert, 2000). Esto favorecerá el funcionamiento del sistema político e impulsará el desarrollo económico (Caballero, G. 2005).

Es necesario precisar que el capital social resulta explicativamente más potente para promover el desarrollo de la sociedad civil y para la promoción del desarrollo económico si está institucionalmente integrado. Eso se expresa cuando el capital social ha articulado a las instituciones de la localidad y, particularmente, a las diversas organizaciones de la sociedad civil (por ejemplo, a junta de regantes, comités de productores y redes sociales en general), con lo cual puede generar un mayor impacto en el cambio de economías campesinas tradicionales hacia economías agrícolas empresariales.

Otro requisito de las instituciones para un modelo de intervenciones en el desarrollo económico en determinadas organizaciones de la sociedad civil, es analizar los factores políticos, sociales, culturales y el contexto que determinan la dinámica institucional; para ello, hay que estudiar las culturas locales, sus valores, sus cosmovisiones y cómo a partir de esa cultura las organizaciones de la sociedad civil (OSC) establecen una determinada racionalidad y decisiones para el cambio.

En ese sentido deberá analizarse los problemas económicos y sociales de los campesinos (como grupos y como individuos), sus visiones tradicionales y sus visiones propias respecto al cambio tecnológico, institucional y el mercado; por ejemplo, en el Perú se ha sostenido que las formas de relación del hombre andino con el mercado tiene distintas connotaciones (Ana Espejo; SEPAR. 2009) en comparación a la sociedad moderna; donde se sostiene que mientras el modelo de acumulación moderno exige el uso de la monoproducción estandarizada, en las organizaciones de la sociedad civil en los Andes peruanos se responde con una acumulación flexible (Moncayo, 2001), es decir, con la biodiversidad y las diversas acciones agrícolas y no agrícolas (esclarecidas por lo que se denomina como Nueva Ruralidad. Pérez, A y Caballero, J.M.2003).

En tal sentido, en estos territorios andinos, los principios del marketing cambian en razón de la cultura local. Por ejemplo, la demanda no puede ser el punto de partida en el marketing pro pobres rurales (Zelada, F. 2008), como sí lo es en la empresa moderna, por el contrario, aquí en las economías campesinas que se modernizan se parte por la oferta de sus empresas y sus organizaciones, donde analizan las posibilidades de obtener éxito en el mercado. Aunque a diferencia de las economías campesinas tradicionales, en estas economías campesinas, que se modernizan, en sus nuevas organizaciones analizan las ventajas productivas de determinados productos que ellos cultivan o transforman. Ventajas productivas que son evaluadas en relación a los requerimientos de la demanda, tanto en cantidad como en calidad, para lo cual se ven obligados a innovar la tecnología, a realizar cambios en su cédula de cultivos o en sus crianzas ganaderas y en sus organizaciones empresariales. Esos cambios se muestran hoy mediante la venta de muchos cultivos en cantidades sorprendentes (quinua, kiwicha, tara, sacha inchi, etc.) y crianzas andinas (cuyes, alpacas, etc,).


3. Formas del capital social y la OSC para enfrentar un entorno económico global adverso y en crisis

En este lineamiento se asumen también los temas de los aportes y desafíos del capital social y las organizaciones civiles en los procesos de reducción de la pobreza e inclusión socio-económicas; así como también se anotan las estrategias que utiliza la OSC –particularmente las organizaciones campesinas- para articularse con los otros sectores (gobiernos locales y sector privado) para obtener recursos financieros, capacitación, tecnología y mejor articulación con el mercado y el medio urbano.

Tanto el capital social como las organizaciones de la sociedad civil son conceptos situacionales y dinámicos. Implican visiones abiertas de la acción social, no están rígidamente vinculados a los valores heredados (Trigilia, 2003)–aunque no prescindan de la tradición- y , por el contrario, se abren para acoger las innovaciones a través de la interacción social o mediante la acción intercultural y del desarrollo de nuevas formas de cooperación, pero también incorporan nuevas necesidades y objetivos, y en relación con el contexto, incorporan nuevas racionalidades productivas.

Esos cambios de las formas del capital social y de las organizaciones de la sociedad civil aligeran el paso de economías campesinas pobres en posibles economías agrícolas o de transformación empresariales. Eso es lo que hoy se está evidenciando como estrategia de los emigrantes o los campesinos que se quedan en el medio rural para organizarse en MYPES, con lo cual responden a lo adverso de la globalización y la crisis actual.

Otra forma de cambio de estrategias en la OSC para adaptarse a los nuevos retos y crisis de la sociedad global es el aprovechamiento de la descentralización, de la democracia y el fortalecimiento, así hoy están recibiendo dinero los gobiernos locales mediante el aumento de fondos financieros para que promuevan el desarrollo económico local. En esos procesos, es importante la participación de la OSC en la identificación y aprobación de proyectos para el desarrollo local (en el gobierno anterior, el Perú se han aprobado dispositivos legales para que la población emita sus propuestas mediante los denominados “Presupuestos Participativos; Conterno, E. 20051), porque los campesinos pobres tienen mayores oportunidades para cambiar de una economía de subsistencia hacia el desarrollo.

Por otro lado, los campesinos pobres tienen nuevas oportunidades cuando participan en los proyectos financiados por las instituciones cooperantes como las ONGs y el sector privado. Esas oportunidades se han abierto más para los campesinos con los procesos que hoy se denominan como “Responsabilidad Social Empresarial”. No obstante es importante anotar que, en ese nuevo modelo de intervención por parte de las instituciones del sector privado y del Estado, debe lograrse que la OSC participe realmente en la identificación y elaboración de esos proyectos. Penso (2005) sostiene : “Este modelo de intervención implica la promoción de la participación de la comunidad, que la gente se apropie del proyecto y, para ello, se requiere el conocimiento y el diálogo con las personas que se van organizando o ya están organizadas en una determinada comunidad”. Sin embargo, como anota Bebbington (2005), debe tenerse siempre respuestas veraces si ¿ la participación de las “voces de los pobres” contribuye en los procesos de concertación o en los proyectos a fortalecer la vida asociativa y a la “democratización del poder”?

En la perspectiva de la presente investigación cuya base de reflexión se refiere a cómo los campesinos de una producción de subsistencia lograrán el cambio hacia la producción empresarial, se requiere que la OSC pase del ámbito de lo estrictamente social (ausencia del lucro) al campo económico, al ámbito privado de las empresas; pero sin que se pierda el carácter de una economía social a la producción de un “valor social agregado”, donde la mayoría de la población se beneficie; es decir, que el proceso de cambio sea inclusivo.

En ese sentido, son importantes las afirmaciones de Benoit (2003) cuando explica la existencia de diversos tipos de organizaciones de la OSC en relación a las actividades económicas, de producción concreta de bienes y de servicios que sume diversas formas plurales, que pueden ser mercantiles o no mercantiles (redistribución) y no monetarias (reciprocidad y don). A su vez, es importante que en este sistema social se encuentren organizaciones que participen en la actividad económica, no obstante sus reglas - estatutos jurídicos diversos- que indican que son organizaciones sin fines lucrativos (Rotman,A. 2005), como pueden ser clubes sociales, grupos de danzarines, asociaciones religiosas, etc., sin embargo también allí se planifican y ejecutan negocios.

Es importante el debate en Argentina recogido por Rotman (2005) donde se destacan las ideas de Coraggio (2003) quien originalmente ha propuesto el concepto de “economía del trabajo” o “economía popular” para designar a un subsector de la economía compuesto por unidades domésticas, cuya racionalidad principal es garantizar la reproducción ampliada de la vida. La extensión de este sector económico al ámbito social, en el caso peruano, incluye lo que hoy se está denominando como redes interfamiliares que construyen cadenas productivas espontáneas (el ejemplo de las cadenas de las familias de los Mamani(4) en el Sur peruano).

Esas redes se fortalecen basadas en las organizaciones de la sociedad civil sin fines de lucro, como las organizaciones de danzarines que agrupan a barrios de ciudades de gran dinámica comercial, que se agrupan para bailar y rendir culto religioso a un santo patrón, que no tienen fines de lucro, pero allí acuerdan también grandes negocios basados en la confianza que da la fuerza de la identidad cultural.

El capital social es de extraordinaria importancia en el fortalecimiento de la sociedad civil, particularmente en las sociedades tradicionales, sobre todo cuando estas tienen que pasar a una economía de mercado, donde las organizaciones tradicionales son amenazadas con quebrar o sucumbir si es que las familias no se organizan autónomamente. Cuando las sociedades tradicionales empiezan a modernizarse tienen mayor éxito cuando se crean y funcionan nuevas redes de relaciones sociales de reciprocidad, lo cual es incentivada por la confianza y la identidad cultural entre las familias o paisanos. Relaciones de redes o cadenas productivas informales que se establecen tanto en la producción como en la comercialización. La confianza y el respecto por la palabra empeñada entre los participantes en esas redes son valores fortalecidos por la identidad territorial de los participantes en esas redes.

Asimismo, la conformación de esas redes son estratégicas también para relacionar a las comunidades con los actores y contexto externos al territorio. En esos contextos, cuando el capital social es utilizado al máximo y la sociedad civil es más autónoma (se rompe con el clientelismo(5), el asistencialismo o la filantropía), las localidades y regiones tienden a desarrollarse más rápidamente que en aquellas donde es muy débil o está ausente el capital social y la sociedad social es más dependiente de otras instituciones, como se demuestra en los estudios de M. Carmagnani (2000) en las regiones rurales de Italia o en las comunidades campesinas del Perú, Puno (Claverías,2008).

Varios autores, como Rotman, comentan también que es importante citar en este contexto la propuesta conceptual de Donati (1999) acerca del ámbito de lo “privado social” (o relación de lo económico con lo colectivo), que es uno de los cuatro polos que organizan la satisfacción de necesidades de la sociedad, incluyéndose del mercado, del Estado y del tercer sector. En efecto, Donati hace visible la acción de las “redes primarias” conformadas por la familia, los grupos de amigos y otras redes no institucionalizadas. Donde se fusionan tanto lo privado-mercado con lo social. Es decir, la sociedad civil sería un ámbito positivo para que se motive las prácticas para la realización de los intereses privados, pero a costa que esos intereses satisfagan también los intereses colectivos o sociales.

Esa fusión de lo privado y lo social es importante para cambiar los roles, por ejemplo, de las organizaciones de la sociedad civil que actualmente se benefician de los programas sociales del Gobierno (Club de Madres, Comedores Populares, Vaso de Leche, Organización de Minusválidos, etc.), que son organizaciones sin fines de lucro u “organizaciones de asistencia” (Crovetto, M. 2004). Pero, si a ese modelo de organización social se le añade los componentes del modelo de la economía social o la economía del trabajo, entonces la población pasaría de ser receptora de la ayuda con alimentos por parte del Gobierno a ser generadora de valores económicos y de rentabilidad social, pues crearía valores económicos agregados y también valores sociales agregados, porque los resultados de esas nuevas organizaciones –que podrían ser motivados por los gobiernos municipales- crearían nuevos empleos, generarían mayor riqueza en la sociedad y se reduciría la pobreza, sin que esas organizaciones pierdan su autonomía.

En conclusión y para entrar a sintetizar esta discusión conceptual en relación con las preguntas de nuestra investigación -¿Cómo pasar de economías campesinas de subsistencia y pobres a economías agrícolas empresariales y competitivas? ¿Cómo el capital social, las organizaciones de la sociedad civil y los gobiernos locales son los medios importantes para ese cambio?- debe concebirse a la esfera económica y privada como también social, orientada a satisfacer la necesidades sociales, tanto las que funcionan en el mercado como las que circulan por otras redes. En la denominada “Economía Solidaria” (Fundacion Universitaria Luis Amigó; 2005) o el “Comercio Justo”(6) en gran parte responden a esta propuesta, agregándose que se deberá crear nuevas organizaciones empresariales que asuman ambas características: lo privado y lo social. Al respecto los trabajos de Julio Alfaro (2008) nos da luces sobre cómo son estas nuevas empresas en los Andes del Perú, que traspasan los límites entre lo privado y lo social o entre el mercado y los fines del no lucro.

4. Capital social, sociedad civil y desarrollo local: conceptos y metodología para evaluar el impacto de las propuestas

Como se ha sostenido, para las propuestas del desarrollo y la reducción de la pobreza es muy importante el fortalecimiento del capital social y la sociedad civil y, aún más en el contexto actual de la globalización o la crisis internacional. Uno de los efectos de la globalización es la mayor competencia entre los territorios (Storper, 1997) donde es crucial el rol del capital social –que une y moderniza a las instituciones locales para que impulsen la competitividad-, así como también la autonomía y la creatividad de la sociedad civil. Otro factor para el desarrollo territorial son los cambios de roles de algunas de las organizaciones de la OSC -sin fines de lucro- para el desarrollo económico, lo cual implica la ganancia o el lucro.

La globalización puede debilitar ciertas áreas o territorios locales, no sólo por los costos sino también porque unas localidades se innovan, en tanto que otras no. Las localidades favorecidas serán aquellas que valorizan su capital social y la participación innovativa de la sociedad civil, así como la articulación concertada con los otros sectores como son el gobierno y sector privado, para provocar cambios en la educación salud y para el mejoramiento de la calidad de vida, para incluir a más territorios.
En tal sentido, es importante tratar el tema de los roles del capital social y la sociedad civil para el desarrollo local, pero también es valioso medir los impactos de los modelos de intervención en el desarrollo local, con lo cual se evidenciarían los impactos de aquella unión entre capital social y sociedad civil, donde media necesariamente el capital humano (las capacidades y la calidad de vida para el desarrollo).

Empezamos por definir el desarrollo local como un “proceso de prácticas participativas, que tiene en cuenta las fortalezas y oportunidades del territorio en función de los recursos naturales, económicos, sociales, culturales y políticos. El desarrollo local apunta a mejorar la calidad de vida de la población de manera sostenible, aumentando los ingresos con niveles crecientes de equidad” (Schejtman y Berdegué. 2002). Sandra Carro (2004) agrega “pero el desarrollo local se centra en un proyecto territorial que exige la capacidad de reconocer y valorar los recursos del entorno (naturales y sociales) y la capacidad de asociarse para generar acciones colectivas con integración intersectorial. El desarrollo de estas capacidades implica un proceso de confrontación y concertación de intereses”.

Esas capacidades implican también la necesidad de desarrollar propuestas de asocios o articulación entre gobiernos locales (por ejemplo, las mancomunidades) para integrar territorios, así como el desarrollo del capital humano para innovar y transformar, lo cual es evidenciado hoy en los desarrollos locales en el Perú y Latinoamérica (sobre el avance de las mancomunidades en Latinoamérica puede verse, por ejemplo Chorlaví 2007). De allí la importancia que se fortalezca el capital social para generar alianzas territoriales entre el gobierno, el sector privado y la sociedad civil. Alianzas no solamente para concordar entre intereses diferentes sino también para integrar sectores económicos y de servicios en cada una de la localidades territorializadas por planificaciones estratégicas, proyectos y por las alianzas territoriales.

Sin embargo, los roles del capital social para el desarrollo no lo es todo, también tiene que acumularse otros tipos de capital (como capital humano, natural, cívico, etc.) y tiene que construirse un contexto local, regional y nacional apropiado para que todos esos factores en sinergia repercutan favorablemente en los procesos de inclusión de los subterritorios y de los sistemas de producción –como el de los campesinos de subsistencia- en el desarrollo local. Donde el enfoque de la nueva ruralidad sirve para ejecutar proyectos que se superpongan a los límites de la pequeña propiedad de los campesinos pobres.

En este contexto y tratando de recuperar una de las preguntas centrales que guían a esta investigación, para el desarrollo local que impacte positivamente a los procesos de desarrollo de los campesinos pobres, se requiere que se creen las condiciones para que los “protagonistas o líderes del cambio” (Drucker, 1999)(7) se armen de mayores conocimientos, capacidades y actitudes para planificar el cambio de acuerdo al futuro deseado por la población y sus instituciones. En tal sentido, el modelo de intervenciones debería basarse en un nuevo modelo de desarrollo local promovido por los municipios. En el cual se crearía un centro especializado para la elaboración y ejecución de planes y proyectos para el desarrollo, propuesta que deberá ir acompañada con una metodología de seguimiento y monitoreo.

La propuesta para lograr un contexto favorable para el desarrollo de las economías campesinas pobres y para los demás sectores sociales es tratar de lograr el desarrollo económico y social local, que promueva proyectos en la sociedad civil para crear territorios competitivos, pero también que se logre el desarrollo humano sostenible en el distrito. En esa perspectiva se propone una metodología de seguimiento y evaluación de los avances y resultados de los roles del capital social y la sociedad en el desarrollo local, el que deberá ser promovido por los gobiernos municipales y las instituciones locales.

En tal sentido, se trata de medir con indicadores cuantitativos los procesos y los resultados tangibles de las estrategias de intervención para el desarrollo local en términos económicos, sociales y humanos. Los indicadores para evaluar los impactos se proponen los siguientes:


Incremento del ingreso bruto familiar de las familias campesinas.
Incremento de la productividad de los principales productos.
Incremento de la venta de productos agrícolas o transformados.
% de la población pobre pasa a acceder a satisfactores de Necesidades Básicas.
Número de MYPEs promovidas aumentan sus ingresos netos.
Incremento de las capacidades de autoridades y líderes locales para elaborar planes y proyectos de desarrollo.
Un porcentaje de los proyectos (incluye medio ambiente, educación y salud) programados y elaborados por una oficina especial del gobierno municipal.
Plataformas interinstitucionales logran alianzas territoriales
Un número determinado de asociaciones y cadenas productivas promovidas por la municipalidad gestionan concertadamente el desarrollo socio económico de su localidad.
Los distritos y los caseríos se encuentran articulados entre sí y con el mercado urbano
Creación y fortalecimiento institucional mediante resoluciones e incremento del presupuesto (cantidad de financiación) del gobierno municipal.
Número de instituciones y población participante en Presupuesto Participativo.
Índice de desarrollo económico y social local.


Los objetivos que deben aparecer en un “Mapa Estratégico” (elaborado con la metodología del “Balanced Score Card”) en la base se ubican y conectan las variables de los objetivos que explican el desarrollo del capital social y humano (como causas) y, en la parte superior, se ubican los efectos (desarrollo local, reducción de la pobreza, inclusión de subterritorios, etc.) del mapa, que son los satisfactores del desarrollo de la sociedad.

Fuente: Modificado a partir de G&C Global Solución. 2008

Los resultados de ese ejercicio (con 12 indicadores, además del índice del desarrollo local), a manera de ejemplo son expuestos en el siguiente diagrama donde se simula los impactos logrados entre los años 2009 al 2013:

Fuente: Ricardo Claverías.2008


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(1) Responsable del Area de Investigación y capacitación del Centro de Investigación Educación y Desarrollo (CIED) ricardo@ciedperu.org
(2) “¿Qué significa ser Protagonista del Cambio? Consiste en trabajar de manera sistemática, intencionada y constante con el fin de identificar las situaciones de cambio y apalancarlas en oportunidades que permitan alcanzar ciertos objetivos. Aquí yace de manera implícita la idea de Innovación (Drucker, 1986). La persona u organización innovadora es aquella que se esfuerza en forma deliberada, racional y disciplinada y que compromete recursos con la intención de provocar oportunidades en cada proceso de cambio identificado. Un concepto muy relacionado con la actividad innovadora es la figura del Emprendedor” (Balfhor y Moure; 2005).
(3) “El concepto de Tercer Sector surge a partir de reconocer la existencia de una tercera esfera de acción que no estaría comprendida dentro de los límites del mercado y el Estado. En este sentido, varios autores diferencian por ejemplo el Tercer Sector No Lucrativo y el Tercer Sector de la Economía Social”.

(4) En los Andes del Perú, determinados grupos de campesinos que están saliendo de la pobreza se relacionan permanentemente con las actividades productivas agropecuarias y con la transformación o semi-transformación de insumos agropecuarios y los grandes mercados tradicionales del país. Estos pequeños empresarios (los que identificamos como las familias de los Mamani, los Quispe, los Panclas, etc. en el Sur o en el Norte del Perú) han formado cadenas productivas y de valor espontáneas, sin la participación de otras instituciones’’ Claverías, R. 2007. El tesoro de los Andes y los nuevos empresarios exitosos en el Peru. ED. CIED. Lima.
(5) Sobre una tipología del clientelismo moderno y sus efectos en el campo, puede verse Durston, 2009.

(6) CARITAS. (www. caritas. org.pe). “El objetivo principal del comercio justo es garantizar a los productores una compensación justa por su trabajo. Tanto el productor como el consumidor se benefician. Ya que el productor incrementa sus ingresos, permitiendo su desarrollo y el consumidor adquiere un producto de calidad a un precio justo, y brinda apoyo al desarrollo del productor. Algunos criterios de intercambio del comercio justo se resumen en: Que los productos sean elaborados por pequeños productores agrupados en forma cooperativa o en otras alternativas de trabajo asociado, asegurando en todo caso condiciones dignas de trabajo. Las operaciones comerciales son directas con las contrapartes, evitando así intermediarios y especuladores. Garantizar a los productores un precio de compra justo para sus productos y para el proceso de elaboración. Este precio siempre es superior a lo que obtendrían a través del mercado tradicional. Invertir parte de los beneficios en programas de desarrollo comunitario.

(7)“¿Qué significa ser Protagonista del Cambio? Consiste en trabajar de manera sistemática, intencionada y constante con el fin de identificar las situaciones de cambio y apalancarlas en oportunidades que permitan alcanzar ciertos objetivos. Aquí yace de manera implícita la idea de Innovación (Drucker, 1986). La persona u organización innovadora es aquella que se esfuerza en forma deliberada, racional y disciplinada y que compromete recursos con la intención de provocar oportunidades en cada proceso de cambio identificado. Un concepto muy relacionado con la actividad innovadora, es la figura del Emprendedor” (Balfhor; 2005).